martes, 11 de mayo de 2010

ZAPATOS DE TACÓN

La primera vez que me calcé unos zapatos de tacón, acababa de cumplir quince años. No eran míos, por supuesto, ojalá lo hubieran sido. Ni siquiera me había atrevido a probarme unos de mi madre. Eso implicaba entrar en su vestidor, para lo cual tenía que pasar antes por el dormitorio que compartía con padre y… no podía correr ese riesgo… No. Imposible. Los zapatos en cuestión eran de mi prima Lavinia que había venido a pasar las fiestas navideñas a nuestra casa de campo. Aprovechando la intimidad de la noche, esperé a que todos durmieran. Sólo se escuchaba el tic-tac del inmenso reloj del salón, que permanecía en vela. Me arrastré hacia el cuarto de invitados en el ala opuesta de la casa, giré el picaporte, muy despacio, y repté hasta los pies de la cama en la que la prima Lavinia descansaba. Todos los muchachos de la comarca la pretendían. Era hermosa, esbelta, lánguida... En cuanto palpé la suavidad de aquel par de zapatos, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Los tomé entre mis brazos, como si de una pareja de recién nacidos se tratara y salí sin hacer ruido. Cerré con llave la puerta de mi alcoba y encendí la lamparita. No podía demorarme mucho. Contemplé en éxtasis aquellas dos joyas de color marfil. Aquel tacón delicado. La suave curva de la plantilla de cuero… Los posé en el suelo con mimo y deslicé mis pies en su interior, con lentitud deliberada, sintiendo el roce de dos pieles que parecían estar hechas una para la otra. Me puse en pie como pude. Siempre había imaginado que no debía ser sencillo mantener el equilibrio con semejante calzado y, al parecer, estaba en lo cierto. Di apenas dos pasos torpes y tambaleantes y me coloqué frente al espejo. Oh Dios… no podía dejar de admirarlos. Eran tan hermosos. Me hacían sentir especial. En ese momento supe que no sería capaz de parar hasta conseguir unos zapatos como aquellos. Los deseaba. Los necesitaba.. Regresé al cuarto de la prima Lavinia casi una hora después y coloqué de nuevo los zapatos en su sitio. Por la mañana la vi bajar a desayunar con aquel tesoro en los pies, repiqueteando alegre a cada paso. Aquellas fueron las mejores Navidades de mi vida. La mañana del dos de enero la prima Lavinia se fue y, por supuesto, se llevó consigo sus zapatos de tacón. Los añoré tanto durante las primeras semanas que al final no pude resistirme y, una tarde, entré a hurtadillas en el vestidor de mi madre mientras ella hacía su siesta en el sofá de la sala. Elegí un par de piel vuelta y color escarlata y sin pensarlo dos veces me los calcé. Volví a vibrar. Volví a sentir aquel escalofrío, aquel agradable cosquilleo y después… después sólo sentí el filo de su mirada atónita clavada en mi reflejo. Juraría que incluso una lágrima resbaló sinuosa por su mejilla. No sé si perdí la noción del tiempo o si es que padre llegó ese día antes a casa después de su trabajo en la fábrica. Lo que sí sé es que en aquella última mirada suya, vi en sus ojos una mezcla de decepción y repulsa que jamás he logrado olvidar. Al día siguiente todo fue arreglado para enviarme a estudiar al extranjero. Jamás regresé. Estudié en los mejores centros y me convertí, como siempre quisieron mis padres, en alguien de provecho.
Hoy, mi vestidor es tan grande como lo era el de mi madre y está lleno de zapatos de tacón. Algunas veces me telefonea y hablamos de cosas banales. Dice que padre en ese momento no está, que ha salido… En el barrio residencial en el que vivo me saludan al pasar, me respetan y admiran la elegancia de mi colección de zapatos. Todos me llaman Mandi. Es el mejor diminutivo que se me ocurrió, porque, nunca reuní valor para volver a casa, pero tampoco lo tuve para cambiar en mi carné en nombre que una vez me pusieron mis padres. Armando. El mismo que mi abuelo. El mismo que mi padre.

15 comentarios:

  1. ¡Buen giro final, sí señora!

    Ya estaba yo imaginando vueltas y revueltas para explicar esa lágrima furtiva de su madre y esa mirada de repulsa..."¿será que la "niña"-pensando en femenino todavía, claro- se ha probado los zapatos de una amante clandestina que al tener que abandonar aquel lugar de forma precipitada los olvidó debajo de la cama...? :)

    Es duro que una madre sienta ese rechazo por su hijo porque no siga los cánones de una sociedad rígida e intolerante.

    Muy bueno, Susi :)

    Besitos de primavera lluviosa.

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  2. Increible.. simplemente fue incrible la forma en que nos llevaste en este relato...
    Ja yo tampoco entendia por que la mirada furtiva... que buen final.
    Saludos desde Mexico XD

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  3. Qué gran final, no me lo esperaba en ningún momento, convencida de que se trataba de una auténtica historia de amor entre una adolescente y los zapatos de tacón.
    Me ha encantado.

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  4. Un imprevisto final que puso el broche de oro a un muy buen relato!...ya estaba yo dispuesta a consolarte por el hecho de haber sufrido tan desmesurado castigo! jejejejeej


    un abrazo.

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  5. Me tuviste engañada hasta ...la mirada del padre . Que duro tiene que ser ser rechazada por tu propia familia .
    He disfrutado con este intimo relato . Precioso !

    Besos desde Málaga.

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  6. Magnifico, Susana.
    Me ha encantado tu relato, y me has sorprendido con ese final.
    Creia que era una historia tuya, recordando esos años que pasas de niña a mujer, y te empiezan a gustar cosas de mayores como bolsos, zapatos de tacón,maquillajes...
    Un relato buenisimo.
    Besitos

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  7. Muy bueno, Armando-Mandi, Victor-Victoria, siempre tienen dos caras las monedas. Repito: muy bueno. Saludos

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  8. Hola a tods y a todas.

    A veces uno pasa por épocas difíciles en las que no se siente satisfecho con nada de lo que hace, y últimamente es lo que me sucede a mí, incluso con mi afición favorita: la escritura. Así que no sabéis la ilusión que me hace que este relato os haya gustado y sorprendido.

    Mil gracias por venir a leerme.

    Besos.

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  9. Hola Susana, levanta ese ánimo, escribes muy bien, este relato es una muestra más de ello. No te dejes llevar por esa insatisfación, sigue escribiendo, lo que no te gusta ahora quizás lo veas bueno dentro de un tiempo.

    Un abrazo, guapa y ánimo, qué tú vales mucho.

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  10. ¡Pero...Susi!!

    Vengo a darte otro gran muack :) para tí y me encuentro que estás "pachucha" como yo...

    Me siento exactamente igual...mi "crisis" con mi escritura ha sido como la gota que ha colmado el vaso de otros problemillas vitales...

    Tengo la estima "nadando" por ahí perdida, no me gusta nada de lo que escribo últimamente y algo con lo que disfrutaba muchísimo, como es escribir, ahora me crea ansiedad, amén de mogollón de inseguridad...

    Pero supongo que será una mala racha que estamos atravesando...ya verás como se nos irá diluyendo (¡eso espero!) y nos reiremos cuando nos acordemos, ¡ojalááááá!! :)

    Venga, Susi, ¡anímate! que como te dice Folisa, ¡tú vales mucho, nena!!

    Besitos.

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  11. Felisa y Mar: sois un sol. Gracias por vuestras palabras de ánimo. Me vienen muy bien. Llevo una larga temporada un poco parada con mi escritura, ya lo habréis comprobado por el escaso movimiento de mi blog y los textos, siempre muy cortitos que cuelgo. Como dice Mar, será una mala racha. Intento no pensar en ello pero bueno... hay días es que estoy más "pocha".

    Mil gracias por vuestras palabras. Os mando un abrazo muy fuerte.

    Mar: de esta salimos, fijo, ¿eh? :-)

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  12. Susana, te estás convirtiendo en una escritora de lujo (a menos que siempre lo fueras y te lo tuvieras calladito, je, je).
    Vaya historia bien escrita. Vaya final. Vaya fluidez...
    ¡Genial! (como diría el profe).
    Un abrazo con zapatos de tacón bien altos.

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  13. Como dijo el sabio:
    La única manera de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura.
    Un beso de noterrindas...

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  14. Querida paseante de las nubes:

    Gracias, gracias, gracias.

    Tu abrazo y tu beso de noterrindas me han llegado hace unos minutos y me han llenado de energía para este fin de semana.

    ¿Te he dicho alguna vez que eres un solete? No... creo que no...

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  15. La suerte de Mandi fue que sus padres tuvieran dinero para enviarla al extranjero.

    Bello relato con bonito final, Susana. Me ha encantado.

    Un besito

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