Vivo en una ciudad en la que una mañana lluviosa de marzo, multitud de vecinos y amigos tomaron el tren como, cada día, para dirigirse a sus trabajos. El cielo de Alcalá de Henares se inundó de lágrimas aquel once de marzo trágico en el que yo, desde la cafetería que se encontraba junto a mi trabajo, veía las últimas noticias por televisión, sin poder creer lo que había sucedido. Aquella mañana, no sé por qué, no encendí la radio del coche mientras me dirigía a la oficina, y al llegar, fue uno de mis compañeros el que me dio la noticia. Nunca había sentido tan cerca la sinrazón del terrorismo. Recuerdo el sentimiento que se percibía en cualquier parte durante los días posteriores al atentado. Tristeza, un abatido silencio… en el ambiente podía respirarse el aroma agrio de una certeza: que ya nada volvería a ser lo mismo.
Hoy, sé que no habrá habido un solo alcalaíno que no se haya parado al menos unos segundos a pensar en lo que sucedió alquel día, en los que se fueron, y también en el dolor de los que se quedaron. Hoy todos hemos dedicado un momento de homenaje a pensar en que sólo tenemos un bien precioso: la vida en sí misma.
Hola Susana,
ResponderEliminarCreo que no sólo lo alcalainos, sino que todos los españoles recordamos ayer ese día, porque fue algo tan horrible que nunca podremos olvidarlo. Y no creo que sea bueno hacerlo, hay que mantenerlo vivo en la memoria para honrar a los muertos y para no bajar la guardia ante el terrorismo.
Un beso
yo vivo en un pueblo de madrid y ese dia es un dia para el recuerdo, lastima que sea un racuerdo tan triste, pero dicen que de cosas asi se aprende, yo espero que la humanidad aprendiera una gran leccion ese dia.
ResponderEliminarlos españoles aun tenemos terror a las mochilas y los bolsos si no se ve a nadie al lado de ellos.
me gusto leerte y tambien seguirte sera un placer.
besos
ebelin