Aquí dejo mi pequeña aportación para este "Sábado de Mercedes", en el que había que escribir un texto haciendo una Unión fantástica entre las palabras: "bronce", "contrapeso", "ojos", "abuelo", "cinco".
Fantástica, lo que se dice fantástica, no creo que sea, pero espero que os guste.
El BUSTO
Cuando mi abuelo murió, la abuela, cumpliendo la última de sus voluntades, encargó a un conocido artesano del lugar la fabricación, a tamaño natural, de un busto de bronce de su difunto esposo. Cinco semanas le llevó al artesano terminar su obra, que resultó pesar más de quince kilos. Y así, la enorme cabeza de mi querido abuelo, sonriendo levemente, con los ojos entornados, fue colocada sobre la repisa de la chimenea del salón, en el punto exacto donde él lo había dispuesto: en la esquina izquierda, justo encima de su butaca favorita y su lámpara de leer.
Debido al peso, un día la estructura de ladrillo de la vieja chimenea comenzó a resentirse, y apareció una pequeña grieta que crecía extendiéndose desde la parte superior hacia del techo. Aunque no quisimos decirle nada a la abuela, ella misma se percató de la presencia de la fisura, miró el busto de abuelo, suspiró, puso los ojos en blanco y exclamó meneando la cabeza con resignación:
–Demasiada carga. Necesitamos otro busto para que haga de contrapeso.
Mi madre y yo nos miramos en silencio y lo supimos: había llegado el momento de encargar otro busto, el de la abuela, quien jamás había osado contrariar a su marido, y que ya no volvió a despertar a la mañana siguiente.
Gracias Susana. Luego te leo
ResponderEliminarMuy bueno, este final de bofetada, cuando me esperaba un inocente busto de Kant, Beethoven o algo similar, va la abuela y se muere para justificar el gasto del busto.
ResponderEliminarEstupendo, Susana, me ha encantado.
Un beso.
Niña! Es muy bueno.
ResponderEliminarMe ha pasado como a Dorotea. Ya esperaba otra cosa en el lado opuesto.
Me ha gustado mucho.¡Te felicito!
Besos
Hola Dorotea y Ardilla.
ResponderEliminar¡Habéis sido las primeras en visitarme! Muchas gracias.
No estaba muy convencida con el relato. Lo he escrito de improviso porque llevo toda la semana devanándome los sesos para convertir un paraguas en flor. Jeje. Ya me contarás qué ha pasado, Ardilla, porque no me he enterado de nada.
Me alegra que os haya gustado.
¡Un besote para las dos!
Hola Susana.
ResponderEliminarPues te cuento. Resulta que Mercedes con tantos días sin conexión, se le han acumulado los compromisos. Pensaba que podría conducir, pero iba desbordada de trabajo y no ha podido. Me ha pedido si podía ayudarla y ¡cómo negarme! Estoy encantada de poder hacerlo.
Como la noche que nos asustó con su marcha, quedó en el maletero del bus la propuesta que hice el sábado pasado, pues la he rescatado con ayuda de Dorotea, que tan amablemente nos ha agenciado este bus.
Más o menos esto es lo ocurrido.
Sigue devanándote los sesos con el paraguas, porque si no es la semana que viene, habrá que sacarlo en la siguiente. Ya me enteraré y te digo.
Besos
Hola Susana, que bonito relato, con un final que me sorprendió. Que lealtad hacia su marido la de esta señora! o será que ya tenía ganas de reunirse con el y aprovechó la ocasión?
ResponderEliminarun abrazo
Joder, Susana, se me ha puesto la carne de gallina. Vaya microrrelato certero, bien narrado y chulo. De verdad, me ha parecido genial.
ResponderEliminarUn abrazo, compi.
Gracias Any. Me alegra que el final haya resultado tan sorprendente. Esta pobre mujer yo creo que estaba resignada a acatar siempre todos y cada uno de los deseos del marido, ¡aunque le costara la vida!
ResponderEliminarHola Mercedes. Gracias por tus elogios. Oye: ¿no has participado tú en tu propio sábado? He estado en tu blog pero no he visto que hayas colgado relato, y eso se echa de menos!
Un besazo
Muy conmovedor y lleno de ternura. La abuela por fin se pudo ir con el abuelo.
ResponderEliminarUn beso
Bonito, dulce, enternecedor, me gustó.
ResponderEliminarRealmente precioso.El final me ha encantado, refleja toda una filosofía de vida de no muchos años atras. Un saludo.
ResponderEliminarCuántas visitas! Mil gracias Carmen, Mad el Mago y Balamgo por pasar por aquí a leerme.
ResponderEliminarUn abrazo
me gustó muchísimo tu relato. ese final se las trae: es una lección de vida, de actitud sana frente a la vida y a la muerte. sin dramatizar, aceptando las leyes de la vida. No era fácil resolver la situación y lo has hecho de maravillas. placer leerte y volver. cariños.
ResponderEliminarDesde sus bustos de bronce, los abuelos seguirían ejerciendo contrapeso. El mismo que, posiblemente, ejercieron ante los problemas que la vida les iría poniendo en su camino.
ResponderEliminarBonito relato, Susana.
Un abrazo.
Maat
(PERD0NA LA EXPRESI0N QUE VIENE A C0NTINUACI0N)...¡LA MADRE QUE TE PARI000000!! FEN0MEN000000¡¡¡¡¡¡ HALA YA ESTA. ASI DE SENCILL0, ASI DE...PRECI0S000...HALA, YA ESTA.
ResponderEliminarHola, Susana, claro que he participado en el sábado; para algo me abrí otro blog... ;)
ResponderEliminarHola Susana. Me parece un relato muy bonito y emotivo.
ResponderEliminarUn abrazo
Mercedes! ¿Otro blog? Pero, ¡no me he enterado de nada! ¿Dónde está? Quiero leerte!
ResponderEliminarGracias, Casandra y Maat. Es un placer teneros por aquí.
ResponderEliminarGustavo: Qué susto me has "daó"!! No sabía lo que me ibas a decir, empezando con esa expresión! jajaja. Muchas gracias, de verdad.
Hola, Celia. Gracias a tí también por leer mi aportación a este sábado que ya se termina.
Un besote a tod@s
hola!! QUE CHULO EL RELATO
ResponderEliminarMUY EMOTIVO!!
beso
Me imaginaba que el busto acabaría rompiendo la repisa, que tu abuela encargaba un busto de ella pero lo de morirse al día siguiente me ha dejado sin habla.
ResponderEliminarMuy bonito.
Besotes.
Paola.
Hola Megg! Me pillas "trasteando" por aquí. Muchas gracias por pasarte.
ResponderEliminarUn besote
Paola! hace un ratito leí tu relato. Gracias a tí también por venir.
ResponderEliminarBesos
Susanaaaaaaaaaaa, que ya se el otro blog.
ResponderEliminarhttp://diariodeunasupervivienteyahooes.blogspot.com/
¡Ay!, Susana, todavía me duele la bofetada final. Estaba punto de sonreír, ya casi me imaginaba el busto y parte de la chimenea rodando por el suelo y ¡PLAF!, el tortazo.
ResponderEliminarMuy bueno e inesperado(inesperado final, evidentemente, no se trata de vengarse de quien escribe así de bien).
Bikiños
Gracias, Ardilla. Resulta que lo había visitado pero ¡sin tener ni idea de quién era su autora!
ResponderEliminarHola Xose. No era mi intención ese guantazo. ¡Yo soy muy pacífica! Te mando un besazo, para compensar
¿Se puede ser tan sumisa, hasta con el amo muerto? Qué desgracia.
ResponderEliminarPero el relato tiene chispa.
Gracias, Teresa. Es una exageración, sí, pero cuántas habrá habido que prefirieran la tumba antes que contrariar al marido.
ResponderEliminarOye: llevo un par de días que no puedo entrar en tu blog. Se queda "colgado". ¿Te lo ha dicho alguien más?
Un besote
Vengo con mucho retraso a leer los sábados de Mercedes y me has dejado impresionada con tu relato, menudo final más inesperado, me ha gustado leerte.
ResponderEliminarUn beso de Mar
Mil gracias por venir, mar. No importa el retraso, como tú dices. Lo importante es que hayas disfrutado leyendo mi microrelato.
ResponderEliminarUn besote
muy profundo , me ha gustado
ResponderEliminarun abrazo
Gracias Goyo. Vuelve siempre que quieras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Llevo un ratito por aqui, leyendo todos tus relatos. Y este me ha sorprendido el final.
ResponderEliminarCreia que la abuela iba a ponerlo en otro sitio, pero la solucion del contrapeso ha sido genial.
Un beso
Hola tag. Jo, he visto todos tus comentarios y me han hecho una ilusión... Me alegra muchísimo que hayas pasado por mi blog y hayas decidido quedarte un ratito. Gracias.
ResponderEliminarUn besote
hola, mmm, ¿ahora que puedo decir que no se haya dicho ya?, me has dejado sin palabras.
ResponderEliminarSALUDOS