jueves, 3 de diciembre de 2009

MENSAJE EN UNA BOTELLA

La policía encontró el cuerpo tumbado en la bodega. No había marcas de violencia a primera vista. A escasos centímetros estaba un hueco donde, horas antes, descansaba una botella legendaria sobre un almohadón de terciopelo escarlata. El comisario miró a su alrededor y aspiró el aroma añejo de aquel lugar mágico en penumbra. De pie, en un rincón, el prior permanecía en silencio. Sus ojos carentes de expresión. En su mente, sin embargo, aún persistía grabada a fuego la terrible escena que había presenciado horas antes: el padre Eugenio, de espaldas a la puerta entreabierta, a punto de tomar en sus manos el Gran Tesoro embotellado que se custodiaba en el Priorato desde hacía más de ocho siglos. El padre Eugenio llevaba en la orden diez años. Ingresó siendo un joven curioso, un tanto díscolo, y el prior lo había tomado bajo su protección: su actitud le recordaba a sí mismo cuando era novicio. Poco a poco, gracias a su ayuda y rectitud inquebrantable, el alma del padre Eugenio se fue apaciguando. Aún así, un rayo de curiosidad obstinada había perdurado en su corazón y últimamente le había manifestado al prior, en calidad de amigo, que aún sentía una gran inquietud por descubrir el Mensaje, el Gran Secreto que escondía el Vino Sagrado que con tanto ahínco protegían. El padre Eugenio conocía perfectamente las estrictas normas de la Orden. Sabía que ninguno de los monjes tenía permiso para entrar jamás al interior de la bodega y mucho menos para tocar el Tesoro, bajo ningún concepto. Su misión consistía, exclusivamente, en guardar la puerta para garantizar que el Caldo permaneciese a salvo hasta la llegada, un día, del Gran Maestro.

Aquella madrugada, una pesadilla había despertado al prior bañándolo en sudor y encogiéndole el pecho. Supo enseguida que algo espantoso había sucedido durante el turno de guardia de noche, que correspondía al padre Eugenio. Bajó a toda prisa y a oscuras las escaleras que conducían al sótano y en cuanto alcanzó el extremo del largo pasillo constató que el sacerdote no estaba sentado junto a la entrada de la bodega. Se acercó lentamente, empujó la puerta entornada y descubrió a su protegido, aún con la botella en las manos, que caía al suelo de rodillas y se desplomaba definitivamente un segundo después. El veneno que recubría el exterior de la botella había causado un efecto fulminante, paralizó el corazón del padre Eugenio y se metabolizó de inmediato sin dejar rastro. El prior se afanó hasta el alba en limpiar escrupulosamente los restos de vidrio roto y aquel líquido purpúreo, ahora derramado. El Gran Secreto debía permanecer entre aquellos muros. Cuando concluyó su tarea, sólo quedó el cuerpo de Eugenio, inerte sobre el frío suelo.

–¿Y dice usted que su Orden se encarga de custodiar la botella de vino que ha desaparecido? –interrogó el comisario.

–Así es –contestó escueto el prior.

–¿Y que las únicas llaves de acceso a la bodega son la que lleva usted colgada al cuello y la que obraba en poder del difunto, por ser el encargado esta semana de la guardia de noche?

–Cierto.

El comisario contempló de nuevo, confuso, el cuerpo del padre Eugenio y el almohadón de terciopelo vacío. Si se hubiese dado la vuelta en ese preciso momento para volver a mirar al prior, habría advertido en sus ojos las lágrimas contenidas y su mirada turbada que se dirigía durante un fugaz instante hasta lo más alto de una de las estanterías, repleta de botellas polvorientas e idénticas. El Secreto continuaría a salvo: allí, en el décimo hueco comenzando por la izquierda, descansaba camuflada entre las demás, por todos los siglos, la verdadera Botella de Sagrado Néctar.

5 comentarios:

  1. ¿Sabes? ¡Se me ha hecho cortísimo Susana!

    No he podido parar hasta el final, ¡genial!, ¿es el comienzo de una novela? ;=)) Perdona mi curiosidad... pero he viajado hasta "El nombre de la rosa" y me he quedado con ganas de saber más sobre el lacónico prior y las investigaciones sobre la Botella de sagrado Néctar ;=))

    Un abrazo cariñoso de adviento

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  2. Que bueno Susana, me he quedado con ganas de seguir leyendo.
    Pasate por mi blog, te invito a participar en la loteria bloguera,
    Un beso de Mar

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  3. Muchas gracias a las dos "Mares".

    Este fue en relato que presenté a un certamen llamado "Érase una vez el vino" que se acaba de fallar. La extensión era limitada, así que no pude explayarme más.

    Me alegra que os haya gustado.

    Mil gracias y un beso.

    (Mar: gracias por invitarme a participar en la lotería bloguera! Voy ahora a tu blog para ver qué tengo que hacer)

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  4. hola paseando por los blogs,he encontrado este y por supuesto leido esta cortisima,pero estupenda historia,que la deja ha una como con la sensacion de haberse comido un pequeño tentapie,padeciendo un hambre voraz......me dejaste con las ganas de seguir leyendo la historia....sin mas una nueva admiradora......casandra

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