Ayer intenté abrazarte. Lo hice mientras estabas en la cocina, de espaldas, cortando naranjas en dos para tu zumo de media tarde. Me aproximé a ti despacio, contemplando con embeleso y nostalgia cada curva de tu cuerpo, hechicero aún pese al tiempo y la costumbre. Ayer lo intenté de nuevo, sí, volver a sentir tus caderas bailarinas danzando frente a las mías, la luz castaña de tus ojos derramándose sobre mi vientre y el aleteo de tus pestañas cosquilleando de amor mis mejillas. Traté de recordar la música de tus palabras de azúcar acariciando mis oídos y el terciopelo de tus dedos recorriéndome entero, enredándose en mi alma hasta que el último soplo de mi voluntad caía rendido a la suave curva de tus pechos. Pero ayer, amor mío, ayer tú te revolviste. “¿Pero qué haces? Anda quita… que vas a hacer que me corte”; y te libraste con pericia de la dócil presión de mis brazos, de mi aliento sobre las ondas caprichosas de tu melena, tan brillante, estoy seguro, como cuando paseábamos cogidos de la cintura por el muelle de Santa Gemma, y juraría que aún impregnada de aquel aroma a oleaje y espuma del mar Cantábrico. Volviste a huir de mi tacto y del azul de mi mirada, esa que decías, con tu mano enlazada en la mía y los pies hundidos en la arena, querer conservar para siempre en una cajita de plata. Ayer, vida mía, evitaste el roce de mis palabras sobre tus labios crispados y dejaste el zumo a medias para encerrarte en el baño. Y a la vuelta… a la vuelta, de nuevo, el dolor de cabeza que otra vez “no te deja tranquila”, tus pupilas escurridizas, clavadas en el suelo frío y la distancia... esa maldita distancia entre el sabor de mis besos, predecibles, habituales y la ardorosa pasión de una boca diferente, ajena y, sobre todo, joven y nueva.
¡Susana, hija mía, tú lo que haces es abrazarnos y mecernos con tus palabras...!
ResponderEliminarDe regusto agridulce bañado con una prosa, ¡casi lírica!, impecable.
Siempre me gusta leerte ;=))
Un besito
Me ha gustado...¡¡mucho!!.
ResponderEliminarSaludos y feliz año.
Hola Susana:
ResponderEliminarQué decirte hija, que escribes como te da la gana.
Me ha encantado.
Un beso
Hola.
ResponderEliminarPintas immagenes con las palabras y sabes transmitir sensaciones más que sentimientos. Escribes MUY bien. No lo"florees" tanto; no te hace falta. Se valiente. Y sobre todo... quierete.
NADA
Hola Susana.
ResponderEliminarMaravilloso tu relato, como ya nos tienes acostumbrados,consigues hacernos sentir cualquier situación como si nos encontráramos en ella
Un beso de Mar
Es muy bueno, casi he podido oir música cuando lo leía y estoy de acuerdo con NADA, no hace falta adornar tanto lo que ya de por sí es bueno.
ResponderEliminarBesos
Cuántos sentimientos y que hermosa historia en tan pocas líneas. Me ha gustado.
ResponderEliminarUn beso.
¡Qué bonito, Susana! Que facilidad para describir tienes, ¡qué envidia! :) Besos, Lola.
ResponderEliminarGracias a todos, de verdad, sobre todo por tomaros el interés de dedicar unos minutos a leerme y a dejar un comentario en este blog.
ResponderEliminarHaré caso a NADA y a Felisa y procuraré "no adornar" tanto los textos. Lo hago sin darme cuenta... ¡será que soy un poco empalagosa!
Un besote
De empalagosa nada , puedes adornar y hacer lo que te sale del alma y ademas lo haces divinamente .
ResponderEliminarBesos desde Málaga.
Poético relato. Creo que lo harías muy bien con la poesía. Tus palabras se encademan con una armonía que tienes que continuar hasta el final.
ResponderEliminarUn beso
Qué hermosas palabras para dejarnos sintiendo esta historia.
ResponderEliminarUn abrazote
Será ley de vida, que se vaya perdiendo el hechizo porque algo se va haciendo costumbre y se vuelve usado, viejo?
ResponderEliminarBueno, en todo caso me dejas pensando algo que escribiste y relataste con maestría, la suficiente para creer en esa historia, como si la hubiesemos presenciado o vivido.
un fuerte abrazo.
hermoso!! Da placer leerte. Eres genial y cálida. Felicitaciones! Un abrazo.
ResponderEliminarSugerente roce.
ResponderEliminarUn saludo
Una historia muy real. Debe de ser frecuente las jaquecas en la población femenina transformando momentos que en otro tiempo hubieran sido bonitos, en situaciones escurridizas.
ResponderEliminarSaludos.