domingo, 15 de marzo de 2009

EL PRÓXIMO JUEVES

Llevaban meses encontrándose furtivos cada jueves por la tarde en el pequeño estudio de él, al final del Paseo de la Alameda. Irene salía de casa a las cinco en punto con el pretexto de acudir a sus clases de punto de cruz, pero se arreglaba más de la cuenta, segura de que Juanjo ni siquiera se fijaría en su aspecto. Elegía con esmero su atuendo, casi siempre de colores frescos, y se ponía su lencería más sugerente. Perfumaba su piel con la más voluptuosa fragancia y se recogía el pelo, porque a él le gustaba besarla en la nuca, muy despacio, rozándola apenas con los labios. Después, se despedía de su marido, evitando sus ojos, con un beso fugaz y un “Hasta luego” y se dirigía a la parada para tomar el ciento once, que la trasladaba al centro en apenas quince minutos, durante los cuales solía deleitarse imaginando qué prenda le arrancaría primero.

Juanjo escuchaba el chasquido de la puerta del piso al cerrarse y el musical repiqueteo de los tacones de ella sobre las baldosas del portal de mármol. La observaba desde el ventanal de la sala, tras la discreta abertura de los visillos livianos, contemplando cómo retocaba el rubor de sus mejillas en el pequeño espejito de nácar que le había regalado en su último aniversario. Y veía alejarse el ciento once calle abajo, anhelando una vez más que aquellas tres horas volaran en su reloj de muñeca, para volver a oírla entrar exclamando, “¡Ya estoy de vuelta, mi amor!”, y que volviera a ser su Irene, hasta la llegada del próximo jueves.

12 comentarios:

  1. Un relato interesante y bien escrito, aunque matizaré una cosa con respecto al mensaje que encierra, si me lo permites.
    Cuando tu mujer o marido, se arregla más de lo habitual y no es para salir contigo, seguramente es que "algo no va bien".
    El pobre marido del relato debía estar en el pais de las maravillas si no se daba cuenta, aunque eso lo podemos dejar para otra entrega.

    Un abrazo

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  2. Interesante. Se me ha hecho corto, bueno claro, que es un micro. Al llegar a la parte de él, pensaba que saldría haciendo lo mismo en otro autobús y se juntarían en el descansillo a la vuelta jajaja

    Besos domingueros

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  3. Hola Susana, bonito relato, a mi me sugiere que el marido sabía perfectamente donde iba su mujer esas tres horas (aunque ella creyera que no) y lo aceptaba con tal de tenerla junto a él el resto de la semana. Quien sabe, quizá prefiriera compartirla a perderla del todo.
    Un beso de Mar.

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  4. Es un buen relato, Susana. Una historia de pareja en la que Irene, sin duda, ha encontrado fuera de casa, algo que le faltaba. Alguien, por quién cada mañana valga la pena comenzar el día...

    Y él, sin duda la ama. Pero torpemente. Seguro.

    Un abrazo.

    Maat

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  5. Gracias Paco, Ardilla, Mar y Maat. Que gustito veros por aquí.

    Cuantas parejas habrá en las que uno de los dos prefiere hacer oídos sordos... En fin. Allá cada cual.

    Un besazo

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  6. Me ha gustado mucho, sobre todo el final, esa resignación del hombre, esa espera eterna hasta que ella regresa de estar con otro, mientras que ella piensa que ni le hace caso. Lo que es la vida.

    Un abrazo

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  7. ¡Me alegra verte por aquí, Felisa!

    Gracias por leer mi micro.

    Besitos

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  8. Pues yo estoy con Mar.
    Pienso que el sabe perfectamente donde va y prefiere compartirla que perderla.
    Bien mirado, sale ganando, la tiene seis dias para él solito, y solo los jueves....
    ella encuentra en otro lo que él no le da.

    Besos

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  9. Supongo que tienes razón tag.

    Eso sí: ¿toda esta historia no se arreglaba con un poquito de comunicación de pareja?

    Los humanos no tenemos arreglo...

    Besitos

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  10. quizá el piensa que un día no volverá

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  11. Muy bueno, Susana. Le has dado muy bien la vuelta a una situación, que observamos desde el "otro lado"; aunque eso no lo descubrimos hasta el final. Un buen relato.
    Un abrazo,
    Ramón

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  12. Gracias por leerlo, Ramón. Y por tu opinión.

    Un abrazo,

    Susana

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