SÁBADOS DE MERCEDES- Tema Libre

Como este sábado el tema es libre, aprovecho para dedicar mi relato a todas las madres del mundo.

MADRE

Madre sonreía siempre. Aquella sonrisa cálida se me antojaba la más bella de cuantas hubiera visto nunca; cuando nos bañaba con los millones de estrellas que de ella se derramaban, no había cabida ya para penas, lamentos, ni protestas. Madre también era maga. Engañaba a la estufa de la sala para mantenerla encendida, aún sin leña, burlando astuta al invierno, cada año un poco más fiero. Sus manos delicadas y pacientes, obraban el gran milagro en nuestras gastadas ropas: ocultaban remiendos, cambiaban botones, sobrehilaban fruncidos y tejían cadenetas, para que mi hermana y yo nos figurásemos siempre ataviados con atuendos nuevos. Con el terciopelo de su voz de tono suave tejía incansable cada noche, sentada a los pies de la cama, maravillosas historias que velaban nuestro sueño. Y en cada cumpleaños, Madre sabía convertir una lata oxidada de conservas en un coche último modelo, y una madeja de cuerda y un trapo, en la más hermosa de todas las muñecas. Hoy, que hace tanto que Madre se ha ido, hoy que poseo coches, trajes de firma y una gran casa con chimenea, lo daría todo, todo, sin dudarlo, a cambio de pasar un día más con ella, a cambio de sentirme de nuevo bajo el influjo de su misteriosa magia. A cambio de volver a ver su cálida sonrisa eterna.